La Filmoteca y el Aula de Cine de la UJI presentan un ciclo dedicado a Agnès Varda, porque siempre es buen momento de celebrar la obra extraordinaria de una artista irrepetible.
Precursora de la Nouvelle Vague con La Pointe Courte cinco años antes del debut tras la cámara de Godard y compañía, Varda realizó un cine absolutamente personal que transgrede las fronteras entre documental y ficción mucho antes de que hacerlo se convirtiera en tendencia, desbordando límites y convenciones e inventando sus propias reglas cinematográficas. En su obra, que se extiende a lo largo de siete décadas y en la que siempre rompió normas y clichés, experimentó y jugó con los múltiples soportes y lenguajes del arte. Entre sus recursos habituales encontramos el puzle, el collage, el espigueo, el reciclaje, el reencuadre, los paréntesis, las digresiones, los juegos visuales y de palabras, además del compromiso social y feminista y una insaciable curiosidad que le acompañó hasta el final de su vida. Los seis largos que componen el ciclo se inicia con su opera prima, La Pointe Courte, en la que inventa la Nouvelle Vague sin saberlo, sin ejercer la cinefilia y sin la menor experiencia fílmica, aunque sí fotográfica. Con La felicidad construye un relato provocador y nada complaciente sobre los límites del amor y la pareja, mientras que en Sin techo ni ley, a través de un personaje al límite, plantea la imposibilidad de conocer "al otro", en este caso "otra". Daguerrotipos es un documental en el que encuentra lo extraordinario en lo ordinario: los vecinos y comerciantes de su calle. Esa es también la esencia de su último film, Caras y lugares, realizado a sus 90 años, en el que viaja por la Francia rural descubriendo gentes y paisajes en compañía del fotógrafo JR. Y en Las playas de Agnès construye un autorretrato que no se parece en nada a cualquier concepto de autobiografía, lleno de juegos, humor, melancolía, reflexión, experimentación y asombro, perfecto compendio de su mirada libre y única.
Precursora de la Nouvelle Vague con
La Pointe Courte cinco años antes del debut tras la cámara de Godard y compañía, Varda realizó un cine absolutamente personal que transgrede las fronteras entre documental y ficción mucho antes de que hacerlo se convirtiera en tendencia, desbordando límites y convenciones e inventando sus propias reglas cinematográficas. En su obra, que se extiende a lo largo de siete décadas y en la que siempre rompió normas y clichés, experimentó y jugó con los múltiples soportes y lenguajes del arte. Entre sus recursos habituales encontramos el puzle, el
collage, el espigueo, el reciclaje, el reencuadre, los paréntesis, las digresiones, los juegos visuales y de palabras, además del compromiso social y feminista y una insaciable curiosidad que le acompañó hasta el final de su vida. Los seis largos que componen el ciclo se inicia con su opera prima,
La Pointe Courte, en la que inventa la Nouvelle Vague sin saberlo, sin ejercer la cinefilia y sin la [...]
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