NADIA EL FANI: EL CUERPO COMO SUJETO POLÍTICO

«La retrospectiva es la más extensa que se le ha dedicado hasta ahora a la francotunecina Nadia El Fani en España, lo que permite comprobar la coherencia de una obra que se ha desarrollado siempre a contracorriente, superando las dificultades a las que se enfrenta una artista para quien cada película es un desafío.

Con el objetivo de preservar su independencia, creó Z’Yeux Nois Movies, su propia productora, y debutó en 1990 con un cortometraje titulado Pour le plaisir que era toda una declaración de principios y definía uno de los temas que atraviesa y define toda su filmografía: la concepción del cuerpo como sujeto político. Transgresor y subversivo en el contexto del cine tunecino, llevaba un paso más allá cuestiones como el deseo o la libertad de elección sexual, poniendo el cuerpo en el centro del debate.

Tiene, por tanto, todo el sentido que no tarde en utilizar su propio cuerpo para ponerlo delante de la cámara. Inicialmente, dentro de las coordenadas del documental performativo, como sucede en Ouled Lénine, donde entrevista a su padre, uno de los fundadores del Partido Comunista Tunecino (PCT). Nadia El Fani vuelve a exponer su cuerpo en Laïcité Inch’Allah! para recorrer las calles de Túnez y poner al descubierto la hipocresía de una sociedad atenazada por la religión. La película fue objeto de persecución y la valió amenazas de muerte. En ese momento, deja de ser un vehículo transmisor de los testimonios ajenos para ponerse en el centro de relato. Y así nace Même pas mal, un film en colaboración con Alina Isabel Pérez que presenta un cuerpo doblemente acosado: por una parte, Laïcité Inch’Allach! la ha convertido en blanco de la ira de los fundamentalistas islámicos; por otra, descubre que tiene cáncer y decide documentar también las consecuencias de la enfermedad y su tratamiento. Es, pues, absolutamente coherente que su siguiente proyecto, realizado con Caroline Fourest, ponga la vista en Femen. El título del film no deja lugar a dudas: Nos seins, nos armes (“els nostres pits, les nostres armes”).

Aunque en 2003 realizó Bedwin Hacker, un techno-thriller de autoría que no renuncia a la dimensión política, Nadia El Fani parece abocada a utilizar el documental como medio de expresión ideal para transmitir sus preocupaciones. El suyo, si se quiere, es un cine de guerrilla, producto de la urgencia, de la necesidad de intervenir en la sociedad, y su capacidad de testimoniar, certificar y dejar registro del presente es incuestionable. Lo decía Serge Toubiana, director de la Cinemathèque Française, en Ouled Lénine, en referencia a la historia del PCT: “No existe nada sobre este tema”. Ahora sí, porque lo ha hecho Nadia El Fani.»

EDUARDO GUILLOT