Pertenecientes al ciclo
Nou cançons per a la intimitat, con texto valenciano del poeta Xavier Casp, escrito para soprano, tenor, bajo, flauta, clarinete, fagot y piano, que se suceden en distintas combinaciones vocales e instrumentales, las tres
cançons que hoy se ofrecen, que corresponden a la combinación de soprano, flauta y piano, fueron estrenadas primeramente en el Aula de Música del Ateneo de Madrid, en conciertos Última Obra en 1966 y, posteriormente, se realizó el estreno del ciclo completo en el Conservatorio Superior de Música de Valencia en 1970.
El equilibrio poético y la identificación de estilo de la obra de X. Casp D’amar-te, amor indujo a Francisco Llácer Pla a escribir este ciclo con la convicción que ello garantizaba la cohesión musical. Con la mayor economía posible de medios, se intenta, con intención neoexpresionista, realzar la efusión poética de los diferentes textos, valiéndose de las diversas atmósferas que ofrecen las combinaciones tímbricas seleccionadas. La técnica de escritura está basada en la atonalidad por neutralización interválica y la forma es de lied continuo, otorgando a cada frase del texto distinto material sonoro.
La obra de Esther Pérez,
Principio de asociación (estreno absoluto), está basada en dos textos diferentes. Por un lado, un pequeño fragmento de
Bodas de sangre de Lorca nos proporciona material para la voz, al tiempo que le imprime un carácter o estado anímico al total de la pieza. Por otro lado, tomamos una idea que Anne Carson expresa en su poema “Ese estado de flujo” (en
La belleza del marido): ella habla del principio de asociación, o la manera caprichosa y subjetiva en la que asociamos contenidos y conceptos cuando pensamos las cosas a través de la memoria. Así, con esta manera de proceder, se van hilando las diferentes partes y elementos de la obra, generando un dramatismo que desemboca, hacia el final, en un punto culminante que dejará tras de sí un eco que pretende devolvernos cierta calma reconduciéndonos a un hipotético punto de partida.
Sextet Op. 65 de César Cano (estreno absoluto), es según el autor una composición para flauta, oboe, clarinete,trompa, fagot y piano, escrita a petición del Grupo Illana, formación camerística centrada en esta plantilla y deseosa de ampliar el repertorio escrito para sexteto. La obra está organizada en cuatro movimientos que comparten el mismo material melódico y armónico, incrementando así su unidad estructural y temática.El primer movimiento, titulado Chapter I (Capítulo I), es predominantemente rítmico y contrapuntístico, con pasajes amplios de complejas texturas donde se muestran claramente las habilidades instrumentales de los seis intérpretes. El Chapter II (Capítulo II) es la sección más lenta y contemplativa, donde los trinos tienen un papel destacado, creando agregados que van poco a poco transformándose. El tercer capítulo, Chapter III, de pulso ternario y carácter de
scherzo, comienza con un solo de flauta. Luego entra el oboe formando un dúo, que se convertirá en trío con la aparición del clarinete. La flauta calla y el dúo restante se vuelve a convertir en trío con el fagot, que nos introducirá en un extenso dúo de trompa y piano. Aparecen en este pasaje de dúos y tríos algunos multifónicos en los instrumentos de viento madera, que forman parte del entramado contrapuntístico. En la sección central encontramos un destacado solo de piano que nos conduce al
tutti con el que más adelante se cerrará este movimiento. El cuarto y último, Chapter IV (Capítulo IV), es el más rápido ycontiene varios movimientos perpetuos que contrastan con pasajes más lentos y de distinto carácter. Comienza con la trompa repitiendo velozmente en
staccato una nota, recordándonos el enigmático inicio del Chapter I. Se alternan durante el movimiento el pulso binario y ternario, finalizando la composición con un
tutti rítmico y pujante que muestra, como en muchos otros fragmentos de la obra, un exigente despliegue instrumental.
SextetOp. 65 es un encargo del Instituto Valenciano de la Música. Está dedicado al grupo Illana.
Existe en
Chuang Tzu y la mariposa, de Enrique Sanz-Burguete un intento de creación de diversas percepciones del tiempo musical. El autor siempre ha buscado una forma musical y psicológica que conlleve diversos niveles de percepción que se "recuerden" y “entrelacen” entre sí, pero, en este caso, su interés se centra en el componente temporal de la música. Borges reflexionó mucho sobre el tiempo e intentó realizar una demolición de las diferentes visiones filosóficas del mismo. A lo largo de su
Nueva refutación del tiempo, Borges reelabora su argumentación de diversas maneras. El compositor destaca una de ellas: habla de Chuang Tzu. Se refiere al célebre sueño de Chuang Tzu, en el cual Chuang soñó que era una mariposa, y al despertar no sabía si era Chuang Tzu que había soñado que era una mariposa, o si era una mariposa que estaba soñando que era Chuang Tzu... De esta manera, y ateniéndose a la doctrina idealista de Berkeley , de acuerdo con la cual
esse es percibi, resulta evidente, dirá Borges, que mientras Chuang Tzu soñaba, para él únicamente los estados mentales constitutivos del sueño eran reales, e igualmente, piensa que resulta arbitrario fijar el sueño en una determinada cronología.
Luego para Borges, las cronologías, el tiempo, no son más que una construcción del hombre, en última instancia una ficción. Sueños aparte, la obra está construida con siete
patterns temporales, pequeñas secciones musicales que conllevan cada una, una figuración y/o gesto musical, que alteran la cronología narrativa de la pieza y le confieren un cierto carácter recursivo de autoengendramiento. En el primero de ellos se hace un pequeño homenaje a Manuel de Falla, con una figuración que evoca al primer tiempo de
Noches en los jardines de España, y en el segundo el homenaje es a Grisey y a su
Vortex Temporum, obra que inicia un cierto camino, transitado ya por algunos compositores, y al cual el autor ha querido sumarse. Los patrones van acortándose, según las leyes de la percepción, como si quisieran atrapar o llegar al instante borgiano. Después del epílogo, se finaliza con el sonido eólico, metáfora de eternidad o refutación del tiempo(?) y con un latir de corazón perplejo. La partitura forma parte de un ciclo de dos obras homónimas, que pueden interpretarse en su conjunto o por separado. Fue encargada por el Instituto Valenciano de la Música y está dedicada al ensemble Illana destinatario de la misma.