València · 2019
Alexandria
Mertxe Aguilar i Guadalupe Sáez
Institut Valencià de Cultura. Generalitat Valenciana.
Idioma: Valenciano
ISBN: 978-84-482-6360-7
Signatura: LV849
Tipo de edición: Libros
Precio: 10,00€
El texto de Alejandría no habría sido posible sin todas las manos y jefas que lo han pensado. Seguramente, Alejandría tampoco sería Alejandría si no se hubiera estrenado al Rialto, o si el director no hubiera sido Juan Pablo Mendiola, o si Xavier Puchades no hubiera coordinado la dramaturgia, o si Roberto García no hubiera sacado nuestro proyecto de Insula Dramataria Josep Lluís Sirera y nos hubiera ofrecido una producción, o si Google no hubiera guiado nuestras buscas de información; pero, sobre todo, Alejandría no habría sido nunca posible sin nuestras familias, Guillem, Pau, Marc, Emma, José, las yayas y los yayos, y sin el tiempo que nos han regalado para poder escribir.
Alejandría, sin ser conscientes, empieza una tarde ante el ordenador, viendo el video del político alemán Malte Spitz donde que explica como su compañía de teléfono lo vigilaba. En aquel momento, Alejandría era solo una imagen: un punto rojo, Spitz, durante cinco minutos de su vida, moviéndose a ritmos diferentes por una ciudad. Aquel punto nos encantó. Saber que cogía un tren, que ahora tomaba un café y, de repente, se posaba a andar... Vigilar alguien que no conocíamos de nada, saberlo todo de él.
Después, llegó un embarazo y una invasión de publicidad sobre cremas antiestrias y ropa premama a las redes sociales, cuando el embarazo todavía no era público; o anuncios de escuelas de yoga el día que una de las dos estaba pensando dejar de comer carne. Todo esto nos llevó a una pregunta: ¿Quién soy yo según Google? Ha sido un año de trabajo, con un parto por el medio y una abstinencia de proteínas animales y también de yoga. Y, después del estreno, todavía no hemos conseguido encontrar una respuesta en nuestra pregunta, pero hemos aprendido muchas cosas. Sabemos que nos vigilan aunque no seamos nadie, sabemos que hemos juzgado y condenado desconocidos, sabemos que nos han mentido y que hemos mentido en nuestras redes, y sabemos que, en cualquier parte del mundo, podríamos hacer saltar la alarma que nos señala como potenciales terroristas tan buen aterrizamos en un aeropuerto. Sabemos tantas cosas que continuamos sin saber nada. Y esto es Alejandría, una cantidad tan grande de datos que nos bloquea, nos aísla y nos aleja de la realidad. La sensación de pertenecer en un mismo mundo que habitamos en soledad.